40 años contribuyendo al conocimiento, recuperación y revalorización de la identidad cultural de los pueblos indígenas del Oriente Boliviano.
Artecampo es la Asociación de Artesanas del Campo. Nace en 1985, como resultado de procesos de diálogo intercultural, organización, capacitación, intercambio de experiencias y apoyo mutuo, acompañadas por el CIDAC. Congregamos 14 asociaciones de los pueblos indígenas guaraní, ayoreo, guarayo, chiquitano y Weenhayek, además de otras comunidades interculturales.
¿Quiénes integramos nuestra Asociación de Artesanas del Campo?
64 comunidades en las 14 asociaciones que conforman ArteCampo
Toda compra apoya, a través de nuestros programas, a la organización, capacitación, producción y comercialización autogestionada de cientos de mujeres campesinas y sus familias.
Es un programa que respeta su historia colectiva y reconoce esa mujer artesana que con amor, inteligencia, creatividad y muchas horas de trabajo, descifra símbolos para tejer un tapiz, amasa la arcilla para levantar una vasija y urde sus sueños y memorias para tejer una hamaca.
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La idea de crear un taller de pintura y cerámica en Urubichá de Guarayos nació en 1985, con el acompañamiento del reconocido artista Lorgio Vaca.
Se reunió a los niños de la escuela y se les entregó papeles y colores. Luego se les pidió que dibujaran la vida de la comunidad. Su capacidad para la observación y representación del entorno llevaron a la creación del taller.
El taller cuenta con jóvenes artistas que han encontrado en la pintura un medio de expresión y una opción de vida que los liga a su tierra y su identidad.
Cuando el CIDAC inició su labor en 1983 en la zona de Urubichá de Guarayos, ya existía una destacada actividad artesanal centrada en la confección de hamacas a telar, una técnica introducida por los misioneros católicos. Gracias a la investigación y el apoyo técnico proporcionado por CIDAC, se logró rescatar la técnica ancestral y prehispánica de la hamaca atada.
Adicionalmente, se ha alcanzado la diversificación de la producción, incorporando productos como individuales, cubrecamas, telas ornamentales, cinturones tejidos, bolsos y manteles, todos elaborados en telares de madera, similares a los utilizados durante la época colonial.
El logro más significativo del CIDAC y la Asociación de Hamaqueras de Urubichá radica en la erradicación de la explotación sufrida por las tejedoras a manos de intermediarios, poniendo fin a la relación de dependencia económica de muchas familias guarayas con los comerciantes y rescatistas locales.
Ascensión, la capital de la provincia Guarayos ubicada en la región amazónica del Departamento de Santa Cruz, sobre la carretera Santa Cruz – Trinidad, es el hogar y lugar de trabajo para las 35 talentosas artesanas que integran la Asociación Bordadoras de Ascensión.
Estas hábiles mujeres se dedican a la creación de piezas de mantelería, cojines, bolsos y otros objetos adornados con bordados a punto cruz y encajes a crochet.
La asociación gestiona de manera independiente su propio centro de capacitación, adquirido gracias al respaldo continuo del CIDAC, que sigue colaborando con las Bordadoras de Ascensión en el desarrollo de diseños y la organización de la producción.
La Asociación de Tejedoras de Palma de Ichilo se encuentra en Buena Vista, un pueblo pequeño pero con una población diversa, ya que allí habitan grupos mestizos, población de origen chiquitana, y recientemente, migrantes andinos; a orillas del Parque Nacional Amboró.
La actividad artesanal durante la época misional, ha legado hasta nuestros días el arte del tejido de sombreros y objetos con palma jipijapa. Con el objetivo de asegurar la preservación de esta valiosa materia prima y garantizar un suministro sostenible, las Tejedoras de Palma de Ichilo tienen y gestionan una plantación cercana a su comunidad, demostrando su compromiso con la conservación del medio ambiente al cuidar y mantener este chaco.
Con el respaldo técnico del CIDAC, a través de la organización para la capacitación y producción, se inició un proceso que incorporó la técnica del tejido calado y la creación de nuevos diseños, los cuales rápidamente ganaron aceptación en el mercado. Además se implementó el teñido de la fibra, ampliando así las posibilidades creativas de las tejedoras.
La Asociación de Bordadoras de Los Tajibos se formó en 1985 por la iniciativa de un grupo de mujeres que se aproximó espontáneamente al CIDAC.
El CIDAC dio inicio a su colaboración con esta asociación respaldando la producción inicial de blondas tejidas. Con el tiempo, el grupo experimentó un notable crecimiento y amplió su rango productivo hacia la confección de cojines, cuadros, tarjeteros, bolsos y tarjetas, todos adornados con aplicaciones de tela y bordados. Estas creaciones giran en torno a representaciones festivas de su estilo de vida y tradiciones, destacándose por un cuidadoso enfoque en la flora y fauna regionales.
La inagotable imaginación de las bordadoras y el estilo único de cada una de ellas se manifiestan en estas obras, las cuales se erigen como auténticas piezas de arte popular.
Quizás debido a su ubicación en el corazón de la Chiquitanía, a 450 km al noreste de Santa Cruz de la Sierra, Lomerío se destaca como el lugar donde las características culturales chiquitanas han sido mejor preservadas.
Las socias se dedicaban a tejer las tradicionales chipas, redes de algodón utilizadas antiguamente en la pesca, una tarea que históricamente era asignada a los hombres. Gracias al CIDAC, también cuentan con su propio centro artesanal. Además, son la asociación más numerosa, abarcando 10 comunidades en todo el Territorio Comunitario de Origen (TCO) de Lomerío.
Después de años de capacitación impulsada por CIDAC, se ha logrado diversificar la producción, incorporando la confección de hermosas fundas de cojín bordadas con motivos decorativos que reflejan la tradición jesuítica y temas locales de flora y fauna. En la actualidad, las fundas de cojín elaboradas por las Bordadoras de Lomerío se encuentran entre los productos más buscados en la tienda de Artecampo.
La Asociación de Talladores de San Miguel de Velasco se especializa en el tallado en madera de cedro, principalmente en la creación de baúles, cajas y diversos objetos. Utilizan técnicas de tallado enmarcadas dentro de la tradición jesuítica más depurada.
CIDAC brinda de manera sostenida asistencia técnica en la organización, mejora y diversificación de los productos, los cuales se comercializan a través de las tiendas de Artecampo.
La producción artesanal tradicional de los ayoreos se centra en el tejido de bolsas de fibra vegetal de Garabatá, elaboradas por las mujeres de la comunidad. Originarios de una vasta área del Chaco Boreal, los ayoreos son un pueblo semi-nómada de cazadores-recolectores.
A partir de la década de 1940, el contacto masivo con la sociedad nacional condujo a una ocupación progresiva del territorio histórico ayoreo por colonos no indígenas y misioneros. Este cambio drástico alteró significativamente el modo de vida tradicional de los ayoreos, una situación que se ha vuelto insostenible.
En años recientes, la presencia masiva de estos grupos en la ciudad en busca de oportunidades ha resultado en casos de mendicidad y prostitución. Actualmente, estos grupos logran subsistir a través de la agricultura, la venta de productos del monte, empleos remunerados y la comercialización de artesanías.
Con el objetivo de revitalizar su cultura y generar ingresos, con la asistencia técnica del CIDAC, el grupo ha mejorado la calidad de las bolsas tradicionales y ha iniciado una línea de producción que incluye animales tallados y pirograbados, así como collares y aretes elaborados con frutos, semillas y conchas.
El CIDAC inició su trabajo en Cotoca en 1983. La prioridad, en ese entonces, era resolver el problema de la escasa demanda por productos elaborados con arcilla tradicional. Para abordar este desafío, el CIDAC ideó e implementó un proceso centrado en la maximización y renovación de la producción, asegurando así la supervivencia del arte ancestral del modelado en barro.
Posteriormente, y siempre con el apoyo del CIDAC, la asociación emprendió la tarea de revitalizar la producción de vasijas tradicionales y esculturas de gran formato, caracterizadas por su elaboración compleja. Además, se aventuraron en la experimentación con diversas técnicas decorativas, con el acompañamiento y guía de artistas reconocidas como Graciela Neira y Olga Ribera. Inspirándose en formas y modelos locales, se diseñaron esculturas de vasijas, aves y mujeres desempeñando sus labores tradicionales.
Simultáneamente, se adquirió un centro de capacitación y un terreno del cual se extrae la arcilla, asegurando así el abastecimiento de materia prima.
El Taller Experimental Santa Cruz, creado por el CIDAC, originalmente servía como una escuela integral de capacitación para jóvenes indígenas con habilidades creativas. Su principal objetivo era formar artistas y artesanos que, a través de su labor, rescataran y difundieran los valores culturales de los pueblos indígenas. Además, se buscaba que estos jóvenes actuaran como multiplicadores de la formación recibida, promoviendo la creación de nuevos talleres y grupos de jóvenes artesanos en sus respectivas comunidades. Hoy en día, el Taller Experimental Santa Cruz opera como una asociación bien establecida y organizada de Artecampo.
Como resultado de más de 30 años del taller experimental, se ha logrado un espacio en la ciudad donde nuevas artesanías nacen de procesos eclécticos, sin dejar de ser fiel a las técnicas y prácticas que los jóvenes indígenas aportan.
En este espacio se mezclan narrativas relacionadas con la naturaleza y la vida de campo: frutas y árboles, insectos y animales domésticos. Imágenes que resuenan en el imaginario de una ciudad como Santa Cruz, donde la convivencia diaria e histórica, es un tejido entre formas urbanas y la rítmica danza entre la flora silvestre y las aves e insectos que las pueblan. A través del taller, los artesanos buscan rescatar y mostrar la continua historia y sincretismo entre el campo, la ciudad, y el movimiento de jóvenes indígenas a Santa Cruz.
Cuando el CIDAC inició su trabajo con las Artesanas de Vallegrande en 1983, se emprendió la tarea de revitalizar los antiguos diseños, mejorar la calidad de los telares y regresar al uso de tintes naturales. Como parte integral de esta iniciativa, se erigió un Centro de Capacitación y Ventas directamente en Vallegrande.
Es crucial destacar que la producción artesanal tradicional en Vallegrande abarca una variedad de tejidos con lana de oveja, como ponchos cameros, chuses, caronas y alforjas.
Con la finalidad de incrementar las fuentes de ingreso, se implementó una estrategia de diversificación de la producción, centrada en la creación de artículos atractivos para el mercado urbano. Esta estrategia incluyó la confección de alfombras de lana, el inicio de la producción de objetos en chala de maíz local y la inclusión de la cestería en palma sunka, enriqueciendo así la oferta artesanal y adaptándose a las preferencias del mercado urbano.
La comunidad de Tentayapi destaca como un símbolo de independencia y autodeterminación, siendo parte de la rama de los Ava Guaraníes del Chaco Chuquisaqueño.
CIDAC y Artecampo han colaborado con este grupo de mujeres ceramistas, brindando asesorías enfocadas en revitalizar su producción de arcilla decorada con pigmentos naturales, una técnica transmitida de generación en generación desde épocas prehispánicas.
Las ceramistas han heredado tanto el oficio como la técnica de sus madres y abuelas, conformando así un patrimonio cultural que sigue vivo. A pesar de la introducción de ollas y utensilios de aluminio, estas piezas continúan siendo utilizadas en su comunidad.
La Asociación de Tejedoras Sumbi Regua del Isoso se estableció en 1984. Originarias de la rama de los isoseño guaraníes, estas mujeres le dan nueva vida al tejido tradicional, recuperando tanto la calidad como los antiguos diseños. Sus creaciones no solo representan la maestría del arte del tejido, sino que también reflejan la dignidad inherente a esta práctica.
En colaboración con el CIDAC, se diversificó la producción y se mejoraron los telares. En la actualidad, las artesanas elaboran tapices, cojines, hamacas y vokoos (bolsas), continuando el desarrollo de técnicas y motivos ancestrales.
Cada pieza textil constituye una creación única e irrepetible que manifiesta el distintivo estilo personal de su tejedora.
Históricamente, los Weenhayek han basado su sustento en la recolección de miel y frutos silvestres, así como en la caza y prácticas agrícolas a pequeña escala.
En las últimas décadas, sin embargo, la producción artesanal ha cobrado una relevancia significativa en la comunidad. Situados en la periferia de Villamontes, los Weenhayek se destacan por crear tallados intrincados con incrustaciones que representan patos, garzas y otros animales autóctonos. Para estas obras maestras, emplean diversas maderas de calidad, como el palosanto y hueso.
Además, la comunidad elabora tejidos a partir de fibras de garabatá, creando bolsas, hamacas, cestería de hojas de palma, muebles de afata y otras maderas del chaco, entre otros productos artesanales.